Una de las principales cartas de presentación para la capital de la Región de Coquimbo son sus iglesias. Estilos variados que dan data de siglos de historia. Cada una de ellas encierra entre sus muros los crudos testimonios de cómo La Serena se fue convirtiendo en lo que es hoy, uno de los centros más importantes del turismo histórico en Chile.
En ese constante deambular buscando la esencia de la ciudad se nos presentan los templos. Cercano a la mítica y transitada Recova encontramos la Iglesia de San Agustín, de especial valor para la ciudad dado que constituye una de sus principales cartas turísticas.
¿Qué sabemos de su historia? Esta iglesia, que construyeron los jesuitas entre 1750 y 1755, fue entregada a la Orden Agustina en 1768, luego de la expulsión de la Compañía de Jesús ordenada por Carlos III y cumplida con mucho pesar, por lo que los seguidores de San Ignacio significaban para nuestra gente, en agosto de 1767 por el gobernador Antonio Guill y Gonzaga.
Según el acta e inventario de traspaso del edificio, el templo era “de un cañón” de 47 x 9.5 varas de alto. Cabe señalar que el término “vara” hace referencia a la unidad de medida de la época y corresponde a 83 cm.
El templo tenía, a la vez, dos capillas laterales de 19 x 9 varas y 9.5 varas de alto. Todo construido en piedra labrada, incluso portada y torre, la Sacristía era de 16.5 varas por 6 varas, cubierta por bóveda de piedra.
En el año 1798 el violento temporal del mes de julio, que según datan los documentos tuvo carácter de huracán, derribó el cuerpo superior de la torre, la que con esfuerzo fue reconstruida al año siguiente. Sin embargo no quedó finalizada. De este modo posteriormente el encargado de la restauración fue el arquitecto Juan Herbage, quien diseñó una nueva torre que se construyó en 1850. En 1870, M. Concha describe la arquitectura eclesial señalando que su planta tiene forma de cruz latina.
Años más tarde, y como se habrán dado cuenta quienes han estudiado la historia de La Serena, las catástrofes eran pan de cada día para la ciudad. Después de un incendio en 1912, la iglesia tuvo que ser transformada por fuerza mayor, pasando a tener tres naves comunicadas por vanos rectangulares. El presbiterio tenía a un costado la capilla y al otro sacristía de piedra abovedada. Esa fue su estructura hasta nuestros días.
En la actualidad la estructura ha sido restaurada casi en su totalidad y puede ser visitada por los feligreses en cualquier momento.
Esta iglesia es de mucho interés, incluso como hito urbano que marca uno de los límites de la ciudad antigua. Seguramente en su restauración se recuperó la arquitectura original, de la cual hay bastantes antecedentes. El Museo Arqueológico de La Serena posee una fotografía que muestra claramente su fachada primitiva para quienes estén interesados en realizar la comparación.
Afortunadamente tanto en el proyecto como en las faenas de construcción estuvo la presencia del arquitecto Pedro Broquedis, profesional serenense que une sus profundos conocimientos de la historia arquitectónica regional, con una larga experiencia constructiva. Visitarla es una muy buena oportunidad de acercarse un poco más a la identidad de la “Ciudad Campanario”.